Es una enfermedad altamente contagiosa. En algunos individuos (especialmente, embarazadas y bebés en gestación) puede ser grave por lo que la vacunación es vital para prevenirla.
Está causada por un virus que se propaga a través del aire o por contacto cercano y se manifiesta a partir de erupción en la piel (el sarpullido rojo característico. Una persona infectada puede transmitirla a otras desde una semana antes de la aparición de la erupción hasta 1 a 2 semanas después de que ésta desaparece.
Los últimos casos registrados en nuestro país ocurrieron en 2009. Desde ese momento, se detectaron 6 casos confirmados. Para frenar la propagación de esta enfermedad que se consideraba “erradicada” es fundamental la vacunación.
Síntomas
- Aparición de manchas rosadas en la piel, algo de fiebre y aumento del tamaño de los ganglios del cuello.
- Los adultos pueden tener fiebre, dolor de cabeza, malestar general y secreción nasal antes de la aparición de la erupción cutánea.
- Hematomas (poco frecuente), inflamación de los ojos (ojos inyectados de sangre) y dolor muscular o articular.
Pruebas
Se puede hacer un examen de sangre para ver si una persona está protegida contra la rubeola. Todas las mujeres que puedan estar embarazadas deben hacérselo. Si es negativo, recibirán la vacuna. Asimismo, con frecuencia se requieren estudios de diagnóstico por imágenes o bien un exudado faríngeo o nasal.
Vacunación
Ningún tratamiento acortará el curso de la infección de rubeola. La prevención, por lo tanto, es fundamental: existe una vacuna segura y efectiva para evitar la ruebeola, el sarampión y las paperas, denominada “triple viral”, que se recomienda para todos los niños (entre los 12 y 15 meses de edad o antes, en caso de epidemias, y una dosis de refuerzo a chicos entre los 4 y 6 años).
Las mujeres en edad de procrear que no tengan inmunidad contra la rubeola deben evitar quedar embarazadas durante 28 días después de recibir la vacuna.
Quienes no deben vacunarse
- Embarazadas.
- Inmunodeprimidos o en tratamiento inmunosupresor
- Personas nacidas antes de 1965, por ser considerados inmunes.
Posibles complicaciones
Las complicaciones pueden ocurrir en el feto si la madre resulta infectada durante el embarazo, ya que puede darse un aborto espontáneo (en las primeras 23 semanas de embarazo), que éste muera poco después de nacer o que nazca con secuelas graves, como problemas cardíacos, pérdida de la audición o la visión, discapacidad intelectual o daño en el hígado o el bazo (más comunes si la mujer contrae la infección al principio del embarazo, especialmente durante el primer trimestre).